viernes, febrero 17, 2006

Despotricando a las cinco treinta y dos de la mañana

Uno se pregunta, con una triste ironía, luego de pasar cerca de siete horas (casi ocho), que supuestamente estarían dedicadas con dulzura al descanzo de tu cuerpo, expectorando flemas y rugiendo cual extenso león y graciosa pantera... ¿Por qué me duele tanto la garganta?

La lacónica sonrisa da paso a una ira tan grande que solo me hace rugir un poco más, lo que me lleva a un dolor que me lleva a la ironía que me hace sonreir lacónicamente... Nada se pierde, todo se transforma.

2 comentarios:

Beatriz Pimentel dijo...

Es gracioso como en esas horas que en vez de descansar los sudores de la luz y meterse dulce y tranquilamente al mundo de las quimeras imposibles, uno ruge y maldice al mundo por no crear suficientes almohadas pa acomodarse ni suficientes pastillas para desvanecer la tos; es en esos momentos insoportables y acalorados en los que uno se pregunta más seriamente (o pesimistamente) del porqué de su existencia...y si en una de esas rugidas o toses, uno escupirá un pulmón y morirá feliz aunque patéticamente.
Jejeje
Saludos said, oye te paso el mail de mi primo pa que platiquen alegres de piazzola:
tangocubico@hotmail.com

Creo que sí sería posible traerlos pa que toques con ellos en el olmo o en el ´león de mecenas, el pedo es ver donde los ponemos mientras tanto...Necesitan donde quedarse a dormir, comprenderas que esa bonita tradición de los juglares-indigentes ya no agrada a nadie...

Gilberto Arredondo dijo...

La vida es dura y ustedes demasiado complicados...
Tengo calor.