sábado, agosto 15, 2009

10 signos de salud mental

1.Casi las 2.15 am y yo no puedo dormir, los ojos me pesan, la cabeza ya no se concentra y Orishas en este featuring con Cabas y Bunbury suena suavemente en mis bocinas... Leo en el twitter una frase deliciosa...

"Y narrar –lo sabemos con Scherezade- es nuestro modo de seguir vivos."

2. ¿Sabría decir las palabras que tengo que decir esta noche? No. Pero puedo narrarlas.

3. Solitario, leo el mensaje que mi sobrino manda por un medio de comunicación actual donde me pregunta por mi situación. ¿Qué puede importar? Y sin embargo, trato de explicarle que la situación económica me ahoga, que la soledad me abruma y que la humanidad me aburre. Y la conclusión es que de este lodo que me he inventado, salgo yo, porque yo lo hice; salgo yo, porque así fue planeado. Y eso me pesa. Planes, planes. Me ausento en los planes que me trazo, y el cariño que produzco desaparece en las sombras.

4. Elegua abre las puertas de la tristeza y de la felicidad.

5. Las puertas de mi conciencia, ceden... Ya no estoy despierto, pero no totalmente dormido; la cafeina que infecta mi piel se saborea en cada uno de mis pensamientos insensatos. Escribir un mensaje, compartir un link y escuchar una canción se vuelven figuras dramáticas en una obra teatral infame que ningún público está preparado para presenciar. Miro incluso mis manos y ya no parecen mías.

6. Tengo la necesidad de escribir, quizá este párrafo y el anterior no tengan relación, pero necesito decirle toda esta nada a alguien (que por ser "alguien" es nadie). Quizá Lacan tenga razón y sea amor... El resto de palabras que quieren salir son improperios, demandas, gritos y rasguños.... Gritos y rasguños...

7. Un grito. Una extensa vocal abierta que rasga mi garganta (mañana lo lamentaré) y me rodea posesivamente. Un rasguño. Un gesto físico que termina inconcluso. Soy más feliz cuando el mundo y no uno solo se entera de mi.

8. Ser es ser visto. Diría yo, ser es ser sentido. ¿Puedes sentirme, amor? La última cosa que puedo ofrecerte es mi sonrisa... Esa que con los años se ha vuelto maliciosa.

9. Descargo mi insuficiencia en el monitor, ¿seré suyo como nunca seré de nadie más? A veces, me atormenta el haberme metido a este estúpido Futuro del que ya no puedo salir. Ya no soy yo, ya es el teclado que funciona a través de mis dedos. No es la técnica la que me gobierna, es la técnica la que se vuelve parte de mi.

10. Que absurdo se ve todo desde abajo. Respiro profundamente y me desconozco. Yo soy otro. Las palabras comienzan a dejar de tener sentido, quizá deje de escribir, pero entonces tendré que buscar una nueva forma de narrar, por que si no les narro, moriré.








Fuera de mi, Llueve.

jueves, agosto 13, 2009

"Nómada, las mujeres se mueven" Exposición colectiva en el MACAZ

Hoy fue un día extraño, tomé el auto para dirigirme al MACAZ y, en un alto reglamentado por un semáforo, un vendedor informal anunciaba desde lo lejos, en un cartel improvisado, que su producto eran "Libros para Iluminar", perdido en mi propio inframundo y ausente de todo sensus comunus me pregunté si serían libros muy formales en los temas de iluminación o algo más introductorio para un público menos educado. Cuando tomé conciencia de lo obvio y absurdo que era el sentido correcto del cartel, me avergoncé de lo poco conectado que estaba con el mundo... Y sin embargo, me dirigí al MACAZ a ver la nueva exposición que se inauguró el 7 de Agosto de, este año, 2009 y que clausura el 11 de Octubre de este mismo año.

Nómada en el MACAZ

Llegué y me registré, como usualmente suelo hacerlo, como si fuera la primera vez (¿Y los derechos de autor?) y pregunté, de nuevo, si no me darían algún tipo de comprobante (con un simple número en papel bond me conformaría) a cambio de dejar mi mochila con su policía-guardia de seguridad; la respuesta siguió siendo la misma. Sin comprobante alguno, pero libreta en mano, pasé sin detenerme siquiera por la exposición-relectura del acervo del museo, "mujer" (qué deliciosa forma de mostrarnos desde el título la poca originalidad de esta lectura, de la cual no hablaré más), y subí a la planta alta donde me recibió un cuarto repleto de cédulas de información...

Seré sincero, el día de la inauguración, preferí quedarme en la exposición "Luz Diversa" que guarda la escuela de fotografía "Fábrica de Imágenes" y desde ese día pregunté infructuosamente ¿Qué están inaugurando en el MACAZ? Quiero decir, hasta el momento en que entré en este primer cuarto, ignoraba totalmente qué había en el museo.

Resultó ser una exposición colectiva de Elizabeth Ross, que conozco de vista pues es una mujer activa en esta comunidad artística y está en todo evento que pueda; Cristina Fernández, foto-periodista barcelonesa que desconozco, Teresa Puig, artista visual también de Cataluña, y una participación breve, al menos en esta versión de la exposición, de Dorothea Fleiss (de quien no vale la pena poner su web page, porque no la actualiza desde 2007). Nómada, las mujeres se mueven es un trabajo que lleva ya casi un año viajando por España, Alemania, Noruega, Estados Unidos y ahora México. Es un trabajo al cual uno no puede acercarse ya con frialdad, porque está bañado de la emotividad itinerante.

La exposición fue una revisión sobre la experiencia que tienen las mujeres migrantes con sus familias abandonadas y de las mujeres que son abandonadas por su familia migrante toda ella. Un tanto sentimental la exposición, uno pasa de la empatía a la confusión con facilidad a través de las distintas formas de video-arte donde se excede un poco del video documental; esta es la forma fundamental en que participan las otras integrantes de la exposición que es dominada por los trabajos de Ross. Y aunque las intervenciones que hace Ross son deliciosas ("Cartas" sin duda mi serie favorita de la exposición, permite a las retratadas intervenir sus fotografías con cartas a sus queridos), en el caso de "Veliz de Identidad" y "Una sola tierra" no puedo sino recordar el reclamo de Avelina Lesper al arte contemporáneo que luchando tanto contra el museo se volvió dependiente de él para lograr sus 'descontextualizaciones'; reclamo que suena más fuerte cuando veo la exposición generosa en cédulas informativas sobre cada una de las obras.

En general, la exposición cumple con su cometido, y pese a que pueda parecerles una experiencia pesada, es informativo y bastante poderoso el medio para comunicar el mensaje. Salí de ahí con una sensación de temor y compasión, pensando que lo que había visto era una obra de teatro adecuada a los principios aristotélicos. Claro, el día terminó igual de extraño: cuando regresé y la niña que trabaja de viene-viene en los alrededores del museo me pidió la cuota de recuperación por haber cuidado mi auto y auxiliarme en mi desocupación del espacio de estacionamiento... Tuve un momento de inacción repleto de significados que la muchacha jamás llegará a comprender, quizá porque no lo vió, quizá porque no le importa.

jueves, agosto 06, 2009

Nuevo ciclo en el Cineclub Goya: La nueva ola de cine francés. Primera Parte: "Les Quatre Cents Coups" de François Truffaut

Nos place decirlo, el Cineclub Goya (del campus Morelia de la UNAM) está haciendo lo que los cineclubs de otras instituciones no han podido hacer: Convocar. Es cierto que en la sala fuimos por mucho 20 individuos en lo que podríamos llamar la inauguración del ciclo que Cineclub Goya dedica a la Nouvelle Vague; pero si consideramos lo lejos que está el campus de la ciudad y que los convocados no eran exclusivamente miembros de la comunidad universitaria, debemos decir que fue todo un éxito.

Para comenzar este ciclo, tuvimos a "Les Quatre Cents Coups" (1959) de François Truffaut como la elegida; obra emblemática en varios sentidos por haber abierto distintos caminos en el cine francés: Por un lado se considera, junto con "Hiroshima mon amour" (de Alain Resnais), quien anuncia esta nueva forma de hacer cine; además comienza la aventura que Jean-Pierre Lèaud y Truffaut continuarán hasta L'Amour en fuite contando la vida del personaje Antoine Doinel (a todas vistas representación autobiográfica del director). Lèaud, que contaba en esta primera película con 14 años de edad, se convertirá en el actor-fetiche de Truffaut.

Pero ¿Qué es la Nouvelle Vague? Fácil, una forma de hacer cine que usando poco presupuesto, cámaras faciles de transportar y una participación activa con los escenarios fuera de grandes estudios cinematográficos, trata de lograr no sólo una libertad de expresión, sino una libertad de técnica: Decir lo que quiera decir de la forma que quiera decirlo. Sin iluminación artificial en la mayoría de los casos y con altos niveles de improvisación (tanto de dirección como actorales) se trata de acercar al público a una realidad francesa de la manera más verosímil que se pueda. Éxito Logrado.

No olvido que hablamos del Cineclub Goya, pero el cineclub permite ser pretexto para hablar de un film y este film también será más adelante pretexto para hablar del cineclub.

¿Cómo explicarme sin caer en patetismos o en subjetividades? La película es costumbrista, el realismo de Truffaut hacer de esta experiencia un redescubrimiento de sí y esto hace que coloque la historia en un ambiente conocido por él mismo: La vida infantil en la Francia de la posguerra. Con una narrativa evidentemente densa e inevitablemente inconclusa, la película nos lleva por las aventuras del citado Doinel en su travesía por su propia juventud; fotografía repleta de tomas demasiado largas y planos particularmente apretados (este hecho último lo entiendo pues representa la falta de libertad de los personajes), "Les Quatre Cent Coups" es una película evidentemente anticlimática que tiene, pese a que alguien con 2 dedos más de frente pueda reclamarme mi desinterés por su valor autobiográfico y la gloriosa exaltación de la libertad, un valor estético más por su técnica innovadora que por la historia a contar.

Y ahora, el cineclub... Realizado en el Auditorio del campus Morelia de la UNAM (un hermoso Auditorio, cómodo y espacioso), la labor de los organizadores del cineclub se redujo a poner un agradable cortometraje sobre los 60 años del Festival de Cannes y después poner el film, film que se encontraba ligeramente en mal estado (dando como resultado un par de rompimientos inesperados durante la proyección), sin siquiera presentarlo. Por otro lado, y pese a que acepto la importancia de inculcar en los jóvenes el gusto por el cine, resulto por demás incómodo que varios de los presentes en la proyección se comportasen ruidosamente, siendo el caso particular un infante que se aburrió admirablemente lento de la asimismo lenta película. Pero regresando a lo importante: ¿Cuál es el valor de un cineclub? ¿Cuál es la intención? ¿Ver gratuitamente cine "de arte"? ¿Compartir un conocimiento cultural? Y si fuese esta última, ¿no debería existir un diálogo posterior o anterior a la proyección; de modo que se pudiese reflexionar y en último término retroalimentar a los asistentes acerca de lo observado? Dejo las preguntas al aire.

Por lo demás, espero con ansia el próximo miércoles para apreciar al otro iniciador de esta corriente, que ya hemos comentado: "Hiroshima mon amour" del director Alain Resnais. De querer más información, vean el cartel que adjunto.