El niño nunca había ido a un encuentro filosófico, nunca había sido llevado. “Abro cita” fue, inocentemente, confundido con “Arrocita” y el niño creyó escuchar la historia de “Arrocita: la niña que constituye a nuestro ser”.
No es culpa que permita superación, Arrocita vive acorde con lo demás, porque la violencia crece con muchos rostros, pero no en Arrocita.
Arrocita, la prostituta, la madre, la agresiva, la Isolda.
Un día, Punganito, una esperanza, un deseo, decidió reconstruirse, sin orden ni amor, reconstruirse.
Arrocita dio alas a los relámpagos de Agosto y de un silbido cometió ese abuso.
El caballo rojinegro que abarcó el camino no llevaba alas, él era para sí lo que los demás no.
1 comentario:
¿Saben qué esperaba que me dijeran de este poema?
NO MaMES Pinche said, eres un chingón... Es que no mames, dijiste un montón de pendejadas y todas juntas hicieron una cosa bien chingona.
Eso esperaba, pero tal parece que me quedé a la mitad.
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