sábado, septiembre 09, 2006

Otro yo. Otro, yo. Otro. Yo.

Y yo... ¿qué puedo hacer?
Yo, otro. Imre Kertész.

No he reflexionado jamás sobre problemas que no lo sean.
Ecce Homo. Friedrich Nietzsche.


"Ser un ser que no es mi ser sin dejar de ser mi ser" Dice un dicho actoral que te platican la primera vez que subirás a un escenario.

Kant lo había dicho y no podemos sino aplaudirle: "La conciencia es conciencia de algo, todo está en la conciencia menos la conciencia misma". Yo no puedo saber que estoy (increible, esto lo escribí así, ¿qué quise decir?) [soy] yo sino hay otro que lo reafirme.

¿Por qué entonces no me equivoco al ver una fotografía? ¿Por qué puedo reconocer aquello que fui?



Porque es otro, no soy yo, reconozco a otro como yo; me reconozco como un actor de mi mismo, traducido en la frase actoral: Ser lo que fui, que no es lo que soy, sin dejar de ser lo que soy. Ya no soy, soy otro sin dejar de ser yo. Ser y no-ser apelotonados en una sola conciencia. Entonces entendemos un poquito de Levinas, cuando dice que Mismo (Soy yo Mismo, es Lo Mismo) es tan pequeño comparado con Otro (ese no soy yo Mismo, es Otro; pero ese "Mismo" ya no es "Mismo" sino que es Otro, y debajo nada es lo mismo... Contrafraseando a Jumbo: No estamos en repetición, esta televisión es distinta aunque el capítulo sea el mismo).

Y ahí está una y otra vez Burbusoda (porque todo esto es dulce) recalcándolo, recreando y reafirmando que ese Yo que vemos diariamente no es sino Otro que ve desde mis ojos. Si como Hume remarca no soy sino a partir de todo eso que puedo ver y sentir, a partir de lo que me rodea (una vez más, Hume se le adelanta a Kant), habría que preguntarse qué Yo constituye los pensamientos coloridos de Burbusoda, ¿Qué existencia tienen las cosas apuntaladas?

Lo primero que tenemos que entender es que ese Yo ya no es un Yo memorizado, ya no es ese Yo que detectamos a través de las circunstancias (¡Ah! Yo recuerdo esa playa, yo recuerdo cuando X me abrazó y vimos hacia el cubito gris que sostenía Y. Yo recuerdo todas esas circunstancias y yo recreo al Yo de entonces), no. Lo que tenemos es un mundo aledaño aderezado de sustancias insustanciales, vemos a ese Yo donde nadie puede entenderlo por los alrededores. Solo queda la imagen e incluso ella se encuentra reconfigurada.

¿Qué Yo recuerda Burbusoda? El otro. El Otro.

Sucede entonces lo inevitable, cuando vemos la imagen vemos a otro, vemos a la actriz recitando sus diálogos, vemos a los personajes diciendo sus parlamentos, vemos a yo como Yo despintándose: Vemos cuerpos, vemos rostros, vemos figuras y pinturas, vemos siluetas desdibujadas, pero que siguen refiriéndose al 'Ego'... Yo me hago lejos de mi: No parto de mi para llegar a las cosas, las cosas se configuran para dar lugar a mi.


Cuando vemos la obra tenemos dos terribles problemas fenomenológicos (como si entendiera el tema): 'Yo' no está definido y no puedo reducirme hasta él Cartesianamente (Yo no estoy, estoy en el Otro), la cosa misma se encuentra en constante cambio, desdichada y gozosa.

Burbusoda es irreductible.

1 comentario:

nacho dijo...

respondí en mi blog a la inquietud sobre la injusticia en la "SAMUEL RAMOS".
ciao. hb.