§ 1
Ayer me encontré a cinco personas que cruzaban irresponsablemente la calle de izquierda a derecha y me pregunté si no significaría eso algo, si el universo me estaba tratando de decir cosas como: Vas a atropellar a un imbécil (mensaje que hubiera sido bastante claro, por tanto muy poco sutil, lo cual me hubiera desepcionado del universo), la izquierda se apoderará de la derecha (que implicaría que las pendejadas sociales influyen en el orden universal, pero prefiero pensarlo al revés), te distraeré porque el peligro viene de la derecha (que simbólica o textualmente hubiese sido excesivamente mamón) o tendrás una playera blanca con azul como la de aquél morro que está cruzando la calle cinco cuadras a la derecha de la última persona que se te cruzó (Que por inverosímil quiza sea la correcta).
Decididamente, nada de esto tiene sentido, pero realmente sucedió... ¿Es el sentido algo natural en el individuo? ¿Es esta necesidad de utilidad explicativa algo social o no? Estas preguntas no nos afectarían si no fuera por la grata necesidad de relatar: ¿El relato necesita sentido? Tal parece que no.
§ 2
Hoy sucedió algo parecido: Muchos carros avanzaban lentamente, uno tras otro, rebasaba a uno para encontrarme con otro, en algunos casos incluso más lentos que el anterior... ¿Para qué relatar una cosa tan innecesaria? Pero esa es mi vida, una vida repleta de inutilidades donde lo excepcional es la utilidad y no al revés... Llevemos esto al campo de la ciencia, suceden millones de cosas inútiles a la hora de realizar un experimento, solo nos interesa lo excepcional: El sentido. Nos volvemos adictos a algo excepcional y, como diría Nietzsche hablando de Derecho, volvemos el efecto la causa... Cuando encontramos una razón, una sorprendente razón, vemos todo lo demás en relación a ella; mi novia me dejó porque si no lo hubiera hecho yo no hubiera podido llegar a ser lo que soy, lo que soy ya estaba determinado. Llegué a ser lo que soy, fui y seré; porque así tenía que ser.
Después, todo lo demás se convierte en una incómoda broma: Hombres y mujeres que interrumpen nuestro invaluable sentido y que obligamos a entrar en ese sentido; carros y personas que necesitan tener una razón, por esotérica o científica que sea.
§ 3
De ahí, lo interesante que puede resultar la frase que leí de teclas de cierta estudiante de bellas artes: Dependemos de lo que no existe, Somos dependientes de lo inexistente... Al arribar a los campos invisitables de la transfusión bytesiana, uno se encuentra de frente con un caso insuperable de horror: Somos una falta de realidad física, existimos donde no puede existir cosa alguna... (Miento. Existimos donde nuestra exitencia es un caso de probabilidad y de incertidumbre infinita: La luz y la electricidad nos componen virtualmente de manera innegable.) Y aunque mantengamos nuestro cuerpo, y aún no sepamos de lo que es capaz un cuerpo por sí mismo, comenzamos a vivir y a depender en/de tierras fértiles inhabitables. La computadora conlleva una paradoja icónica de toda la vida humana: Pese a que nos contiene en su totalidad, sus acciones y reacciones, su absoluto suceder carece de verdadera existencia, es solo una existencia virtual (Recordando: Virtual es Potencial, está ahí para actualizarse en cualquier momento y en cualquier momento se realiza (actualiza) sólo para desaparecer ágilmente.
§ 4
Why can't I be you?
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